Este juego no es para fascistas, son las normas. Si eres fascista, no puedes jugar a este juego. Si piensas «bah, es que llamas fascista a quien no piense como tú», probablemente lo seas, no sepas interpretar el contexto, o no quieras reconocer la peligrosa deriva política que nos lleva a usar hipérboles. Sánate, crece, aprende. Ponte un episodio de Barrio Sésamo o algo.
Traducción de la «Regla Olivia Hill«, originalmente en el juego iHunt (2019)
Francia, al menos desde fuera, es un país extraño. Por un lado, les resulta mucho más natural que a los españoles salir a protestar (y a prender fuego a todo) para defender sus derechos laborales. Por otro, han tenido la mayoría más preocupante de la ultraderecha en las últimas elecciones europeas. Rassemblement National, el partido de extrema liderado por Marine Le Pen (que hereda de su padre, al que echaron del Front National por ser demasiado nazi) ha logrado los mejores resultados de su historia estos pasados comicios, con unos porcentajes de voto que les pondrían, en unas generales, a las puertas de la presidencia.
El meteórico ascenso de RN ha encendido todas las alarmas de todos los partidos de centro e izquierda de la nación gala, que han respondido a la oleada reaccionaria y al anuncio de elecciones legislativas anticipadas con una coalición electoral sin precedentes. Seis partidos distintos se han unido en un «Nuevo Frente Popular» que se postula como freno a la ultraderecha y, ya puestos, a la derecha a secas que tan cómoda se siente pactando con ultras.
La respuesta, sin embargo, no se ha quedado en los despachos. En las calles, múltiples iniciativas ciudadanas intentan explicar que, en fin, está mal ser un fascista, que está mal votar a fascistas y que lo que toca ahora mismo es votar este Nuevo Frente Popular para que ni Macron ni Le Pen sigan cargándose derechos sociales con la excusa de defender Francia de sabe dios qué. Es el caso de Formes des Luttes, una colección de pósters antifascistas enviados por quien quiera participar, o el de 24×36, de carteles para el NFP en formato 24×36 cm.
Yo no estoy al tanto de la actualidad gala como para enterarme de estas cosas. La noticia me ha llegado gracias a Mastodon, donde creadores franceses de rol están armando su propia versión del evento: 24 dés x 36 jeux, otra iniciativa abierta de cartelismo, esta vez centrada en el mundillo de los juegos de mesa y de rol.
La iniciativa todavía no tiene muchas aportaciones, pero ya podemos dar las gracias a Nicolas Foillot por crear la mejor colección de enseñas rolero-antifascistas que he visto.
Si los juegos de rol son tu hobby, tu pasión, tu trabajo, tu identidad… no dejes que se instale el fascismo en ellos.
Traducción pocha del texto con mi A2 de francés recién sacao.
¿Y por qué una entrada entera dedicada a reseñar tres páginas web? Porque me parece que enlazan varios hechos muy, muy importantes:
- El odio se agarra a la miseria. Es muy maniqueo hablar de «el mal» y «el bien» como si fuera esto una cinemática del Diablo, pero toda esa gente que ha votado a RN en Francia no va pateando cachorros por la calle (que algunos sí). Miles están en la mierda por las políticas neolib de Macron y se han merendado el discurso de odio y mentiras fáciles de Le Pen. Esto, cuando la gente tiene un porvenir asegurado, no pasa tanto. La mejor vacuna contra el fascismo es la justicia social.
- Solo el pueblo salva al pueblo. Si veinte partidos distintos se dan la mano en un despacho, pero sus militantes se llevan a matar, la coalición no va a ningún lado. La gente que vota con la nariz tapada no atrae nuevos votantes. El «mal menor» convence poco, especialmente si viene desde arriba, puesto a dedo.
- El fascismo infecta los espacios. Esto lo vemos mucho en los wargames. Es un secreto a voces que Warhammer tiene un problema de nazis. Esto se vio hace unos años en el vergonzoso espectáculo en Talavera de la Reina donde un imbécil con esvásticas ganaba partidas cuando sus oponentes se negaban a jugar con él, y la organización se negaba a expulsarle porque «eso sería discriminación».
Sobre este último punto me gustaría insistir: cualquier espacio que no se explicite como antifascista puede convertirse en caldo de cultivo para el fascismo. Para que un espacio sea antifascista no hace falta que forre las paredes de carteles rojinegros, basta con dejar claro que no se admite misoginia, racismo, homofobia, transfobia o demás formas de discriminación. Si tu club de rol, tu tienda de juegos de mesa o de wargames tiene una política laxa al respecto porque «total, solo son bromas», quienes dejan de ir son las mujeres, la gente no-blanca, la gente queer, la gente trans… y al final tienes un local lleno de tíos rancios haciendo chistes casposos y quejándose de que «los wokes se cargan el hobby».
Así que, si quieres un espacio donde quepa todo el mundo, y no solo Luís Bernardo que hace unos chistes graciosísimos de gitanos y mariquitas, dilo bien claro desde el principio: aquí no juegan fascistas. Y si alguien se queja de «es que llamas fascista a todo el que no piense como tú», le lees el resto de la Regla Olivia Hill.